Tuesday, April 04, 2006

Vacaciones en Italia II: con Patricia en Venecia


Lo bueno de ir a Italia han sido varias cosas. En primer lugar, un viaje a Italia es siempre una alegría. La emoción aumenta cuando se trata de la primera vez que se visita un país tan lleno de historia, de arquitectura, de diseño, de vida...

En segundo lugar, en mi caso, se trataba de tomarse unas vacaciones con aire mediterráneo para oxigenarme después de llevar 3 meses seguidos sufriendo el duro invierno de Hamburgo. Ha sido una gozada descubrir temperaturas primaverales y poder llevar manga corta de nuevo. Adiós al abrigo y a la bufanda, al menos por unos días.

En tercer lugar, ha sido una suerte conocer a Cri, conectar con ella de esa manera y tener la oportunidad de quedar con ella en tan corto plazo. Ha sido una oportunidad genial para hacernos más amigas y conocer juntas Milano.

En cuarto lugar, y no por eso menos importante, he podido reencontrarme con Patricia. De hecho, visitar a Patricia era el motivo principal de mi viaje. Somos amigas desde hace muchos muchos años, unos 20 años. Ahora mismo puedo decir abiertamente que ella es la amiga que más tiempo he conservado, junto con Sandra. Nuestra relación es muy peculiar, porque nos conocemos mucho y bien, porque nos hemos visto crecer y evolucionar, porque conocemos a nuestras familias y nuestras circunstancias, nuestros defectos y nuestras virtudes. Debido al ritmo de vida que llevamos, cada vez nos vemos con menos frecuencia, aunque últimamente estamos intentando recuperar un contacto más próximo. En esta línea planeamos el viaje, aprovechando que ambas disfrutamos de una beca erasmus se trataba de una oportunidad muy buena para vernos y hacer algo diferente juntas.

Así que cuando fui a verla a Torino hicimos un montón de cosas juntas: pasear con sus amigos erasmus por Torino, una escapada a Avigliana, un pequeño pueblo de montaña, y una súper escapada a Venecia, con parada en Verona, que fue lo mejor del viaje. En Venecia pasamos dos muy buenos días, recorriendo esa ciudad laberíntica, de día y de noche, durmiendo acurrucadas en un hostal, cuatro personas en una cama para ahorrar dinero, je, recorriendo en góndola el gran canal y viendo mil iglesias y una más. Fue un viaje excepcional.